Ahora que se acerca la Navidad y, como cada año, empiezo a pensar en el menú de Nochebuena porque siempre nos reunimos en mi casa toda la familia, recuerdo cuando, hace un par de años, intentando ser original creé un plato que casi provoca los vómitos de adultos y niño, menos los del abuelo (que se come hasta las piedras). Es la típica anécdota graciosa que ese año nos dio la Navidad pero que viéndolo ahora, desde la lejanía, provoca la risa de todos los que estábamos sentados en aquella mesa.
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