Ahora que se acerca carnaval no puedo evitar recordar ciertos momentos vividos mientras iba disfrazada en otros carnavales y fiestas de disfraces. De hecho, he llegado a un punto en el que he tomado la determinación de huir de cualquier cosa que suponga un disfraz porque me he dado cuenta de que lo que para mí antes era un juego, un momento de diversión, ahora es nerviosismo y mal estar por culpa de las vivencias que he tenido.
Siendo aún niña, mi madre me disfrazó de zíngara con una falda hecha con pañuelos. Debajo llevaba una braguita de biquini muy colorida que destacaba notablemente por debajo de los pañuelitos de colores. En un momento de la fiesta, mientras jugaba con unos niños de la urbanización donde era el evento, los pañuelos se me engancharon en la rama de un arbusto del jardín y al intentar salir corriendo me quedé sin falda en medio del césped. Todos empezaron a reír, yo también la verdad, hasta que me di cuenta de que el tirón de la rama no sólo había tirado de la falda sino también de la braguita del biquini y me había hecho un desgarro en el pompis por lo que lo llevaba completamente al aire, y lo más triste es que hay fotos que lo demuestran.
Con 15 años me disfracé de militar con más amigos pero, en un momento dado, me despisté y tuve que regresar a casa sola. Había llovido y en un tropezón tonto me caí y acabé en un charco bastante sucio que me dejó el pantalón hecho polvo, y parte de la camiseta. Seguí caminando y cuando estaba a punto de llegar a casa, a un par de calles, me encontré con unos chavales más mayores que bajaban a esa hora hacia el centro para salir de fiesta y ¿sabéis de qué iban disfrazados? De militares. Empezaron a chulearse, querían que bajara con ellos y aunque en ningún momento me tocaron, la situación me resultó agobiante. Encima, al estar cubierta de suciedad, me tomaron por algo que no era (no me preguntéis qué porque no lo sé) y, al ver que no me quedaba y seguía mi camino, empezaron a llamarme guarra, sucia y cosas similares. Una muy mala experiencia.
Con unos 28 años me disfracé de policía y, haciendo el payaso durante la noche, me planté en una carretera poco transitada con el pito en la boca haciendo como que dirigía el tráfico mientras mis amigos reían. El resultado de eso fue una multa bastante importante por suplantar la identidad de un agente de la ley. Tuve la mala suerte de ser vista por un coche patrulla a los que no les sentó nada bien mi acto de rebeldía / burla.
A día de hoy, a pesar de que mis amigas quedan para disfrazarse con sus hijos pequeños haciéndose trajes parejos, yo voy a la tienda online de La Casa de los Disfraces, elijo un disfraz para mi hija, que ahora tiene 4 años, y la visto a ella, nada más. Supongo que cuando sea mayor me preguntará, al ver las fotos, los motivos por los que mis amigas se disfrazaban y yo no, dejándola siempre sola a ella, pero ahora mismo no me veo con fuerzas. No le voy a quitar a mi hija la ilusión de disfrazarse o pasarlo bien, pero yo no volveré a participar del carnaval, al menos no con un disfraz sobre mí.