A ojos de todos los demás mi vida era más que perfecta, casada con mi novio de toda la vida, pensando en tener hijos, un buen trabajo y un gran círculo de buenos amigos. Sin embargo, y aunque la mía pareciera a simple vista la vida perfecta, otra cosa es como era en realidad.
Lo cierto es que mi relación con mi pareja había cambiado, nos queríamos mucho, sí, pero nuestra relación se había convertido en una sucesión de momentos repetitivos. Es como si simplemente nos hubiéramos conformado con estar el uno con el otro.
Muchas veces me planteaba si era momento de soltar, de hacer un cambio radical pero luego lo hablaba con mis amigas y muchas me decían que se trataba de las típicas crisis de pareja, y de lo difícil que era encontrar lo que tenía con mi marido.
Aprender a Soltar
Si bien, algo en mi interior me decía que realmente mi relación se había acabado. Sí, nos queríamos, éramos sobre todo grandes amigos, pero sabía que lo que sentía no era, ni de lejos, lo que se suponía tenía que sentir.
Es como si, muchas veces, nos apegáramos tanto a personas o cosas que se nos hace imposible desprendernos de ellas, aunque, en el fondo, estemos convencidos de que lo mejor que podemos hacer por esa relación es soltar y desearle lo mejor a esa persona.
Viví con esta sensación durante un tiempo, hasta que empecé a interesarme por otras personas. Tenía claro que nunca le faltaría al respeto a mi pareja así que un día se lo conté todo. Fui tremendamente sincera con lo que me estaba pasando. Un par de meses después nos estábamos separando.
No fue una separación traumática, sé que mi ex marido compartía y entendía mi proceso. Los dos nos deseábamos lo mejor, pero sabíamos que nos tocaba tomar rumbos separados.
A partir de ese momento mi vida dio un giro radical. Hubo momentos en los que me arrepentí profundamente de mi decisión, pero sabía que se trataba de momentos esporádicos, el tiempo me demostró que, al final, si haces caso a tu brújula interna esta termina guiándote sabiamente.
Durante mucho tiempo me había quedado con el camino fácil, con la fórmula sencilla, si bien, estaba sedienta de experiencias y de descubrir qué era lo que me faltaba, porque estaba segura de que algo me faltaba.
Dejé mi trabajo como contable y con los ahorros que tenía me puse a estudiar Nutrición, una carrera que siempre me había gustado.
Empecé a viajar y a hacer todas las cosas que realmente me apetecían. Pasarían un par de años hasta que conocí al que hoy es mi pareja.
Terminé montando una consultoría de nutrición, alquilé una oficina en Cacplus y empecé a ofrecer sesiones privadas como Coach de Nutrición.
Me encantaba mi trabajo, y mirando hacia atrás ahora entiendo mejor esa sensación que no me abandonaba cuando lo creía tener todo y era tan infeliz.
No hace mucho una amiga me regaló “Come, reza, ama” de Elisabeth Gilbert. Un libro con el que conecté de mi inmediato. En el libro una escritora pasa por una experiencia muy parecida, aunque ella viaja por Italia, la India y Bali para llegar a las mismas conclusiones.
Al final, muchas veces, soltar, aunque puede parecer lo peor, termina siendo lo mejor que puedes hacer para saber quién eres realmente.