No hay ciudad que genere tanto misterio y tanto gen narrativo como la ciudad de Barcelona. En efecto, la Ciudad Condal es una de las que más pasión generan no sólo entre los turistas nacionales, sino también entre todos aquellos turistas que provienen desde más allá de nuestras fronteras. En concreto, Barcelona ocupa la segunda posición a este respecto en España, solamente superada por Madrid en función de lo que dice una clasificación publicada por el diario Libertad Digital al principio del pasado verano.
Esto convierte a la Ciudad Condal en un punto en el que ocurren una gran cantidad de historias cada día, a cada minuto. Y es precisamente eso lo que le convierte en una auténtica referencia no sólo a nivel turístico, sino también dentro del ámbito narrativo. Y eso sólo cuando nos referimos a las situaciones que se viven en el presente. Si tenemos en cuenta el pasado, Barcelona se convierte en una ciudad única y que no tiene rival.
La Guerra Civil española, que durante tres años sumió a España en un caos absoluto y que terminó con el inicio de la dictadura franquista que terminaría prácticamente cuatro décadas después, es uno de los periodos que mejor conectan el pasado con el presente en una ciudad como Barcelona. Una combinación que, en materia narrativa, es el ingrediente fundamental para crear una novela o una historia realmente extraordinaria.
Cuando el ejército nacional dirigido por Francisco Franco llegó a la ciudad, es cierto que la guerra estaba prácticamente decidida. Madrid no había caído, pero sí lo había hecho el frente catalán y también el aragonés, lo que había precipitado la huida de un montón de republicanos a Francia. Barcelona, que había sido una ciudad de capital importancia para los republicanos, sufrió entonces las consecuencias de una brutal represión. Represión que se llevó por delante las vidas de muchas personas que no tenían apenas relación con los que habían sido los enemigos del ejército nacional durante la contienda.
Desde que Francisco Franco muriera el 20 de noviembre de 1975, la Guerra Civil volvió a ser un tema recurrente tanto en la política nacional como dentro de las propias familias. Después de casi cuatro décadas en las que apenas nadie se atrevía a hablar de las atrocidades sufridas ya no sólo en Barcelona, sino en el resto del territorio nacional, surgía la posibilidad de tratar de esclarecer qué pasó con muchas de las personas de las cuales se perdió el rastro después de 1939.
Una situación como tal comenzó a provocar que fueran muchos los periodistas que se acercaran hasta la ciudad a investigar. Barcelona se convertía en un hervidero de personas que buscaban información acerca de lo que había sucedido durante la Guerra y también durante la dictadura. Los hoteles de la ciudad comenzaron a experimentar un aumento de las reservas por parte de personas provenientes de toda España, unas reservas que continúa formando parte de la realidad en la actualidad, como lo demuestra el caso del hotel Mercer Barcelona.
Historias de la máxima calidad
La narrativa referida a la Guerra Civil es una de las mejores que ha conocido nuestro país. Han sido los autores que han querido contribuir con su novela al retrato de una etapa muy cruenta de nuestra historia. Y Barcelona ha formado parte nuevamente de esa clase de historias. Ser uno de los cuarteles generales de la II República entre 1936 y 1939 hizo que los franquistas trataran de encontrar y culpar a muchos barceloneses y barcelonesas. Las historias que encierran esas personas, que en muchos casos permanecieron escondidos durante años, son, cuanto menos, dignas de publicación.
La verdad es que las historias de la Guerra Civil nunca pasarán de moda y tampoco serán descubiertas al completo en el caso de una ciudad como Barcelona, en la que los sucesos fueron tantos y tan determinantes. Por suerte, son muchos los que están intentando dar visibilidad acudiendo a la ciudad a investigar qué sucedió exactamente.
Barcelona es, mucho más allá de la Guerra Civil, un lugar que es ideal para situar cualquier historia. Sus rincones son interminables y si situación, justo al lado del Mediterráneo y no demasiado alejada de los Pirineos, haga que sea un lugar que también es de paso para muchos. Y es que la Ciudad Condal vale absolutamente para todo.