Conocer los nudos marineros es una asignatura que debe dominar cualquier marino y navegante que se precie. Yo los descubrí por pura casualidad y aquella lección se me quedó grabada en la memoria para siempre.
Era apenas un preadolescente de 12 años de edad cuando pasé un verano en un campamento juvenil en la costa mediterránea. Fueron 15 días mágicos al lado de una playa próxima al Mar Menor de Murcia. Aquella fue la primera vez que me fui de viaje sin mis padres, que viví con cierta autonomía. Sin la seguridad y el control que da tener a la familia encima.
En aquella época, mi padre trabajaba en telefónica. La empresa tenía una lista de albergues y campamentos de verano, a precio rebajado, para los hijos de los empleados. Hacía tiempo que quería acudir a uno de ellos, pero no me atreví. Aquel año di el salto. Mi padre hizo la solicitud de plaza y fui aceptado. Escogimos aquel campamento formado por casetas finlandesas de madera porque ofrecía actividades acuáticas: montar en Kayak, windsurfing y navegación a vela.
La posibilidad de subir a un velero y surcar las aguas mar a dentro fue una propuesta que me sedujo desde un principio. Quería saber qué se sentía, rodeado de agua, mecido por las olas. Con la brisa del mar golpeándote en la cara. Por eso, en los primeros días de campamento, cuando nos preguntaron en qué actividades queríamos participar, yo respondí sin dudarlo que en el curso de vela.
El curso se celebraría por las mañanas. De 10 a 13,30. Partiríamos de un atracadero que había cerca de la playa y regresaríamos poco antes de la hora de comer.
El primer día del curso nos reunieron a todos en el centro del campamento y nos dijeron que nos enseñarían a hacer nudos marineros. “Jo” – me dije – “esto nos va a quitar tiempo de estar en el barco.” No comprendía el porqué de aquella decisión. Durante dos días nos tuvieron ocupados con cuerdas trenzadas de nailon, haciendo el nudo as de guía, el nudo cornamusa y algunos nudos corredizos, que permitían correr la cuerda de un lado a otro y no se descorrían. “Esto me servirá, por lo menos, para cerrar bien la mochila cuando regrese al colegio en septiembre” – pensé.
Por fin llegó la primera lección de vela que tanto esperaba. La verdad es que aquella mañana me defraudó un poco. Sobre todo al principio. El monitor, que ejercía de patrón, lo hacía todo. Izaba las velas, manejaba el timón, levaba el ancla. A nosotros solo nos iba acomodando por el interior del bote para que la embarcación no perdiera el equilibrio. Todo ello, mientras nos hablaba de la tradición navegante que tenía su familia y sobre la importancia de saber interpretar bien la dirección del viento.
Al regresar al atracadero, tiró una cuerda a un pivote de hierro que estaba en tierra y le pidió a uno de los niños que hiciera un nudo. El monitor no tiró el ancla. El niño escogido fue Manuel, un chico un año más pequeño que yo, que vivía del barrio de Villaverde Alto, de Madrid.
Manuel se esforzó en hacer uno de los nudos que nos habían enseñado. Cuando hubo terminado, el monitor tiro con fuerza del extremo de la cuerda y lo deshizo. “Habéis visto” – nos dijo – “si dejáramos el barco con este nudo, mañana cuando fuéramos a cogerlo ya no estaría aquí. ¿Quién quiere amarrar el barco?”
Me ofrecí yo. Hice el nudo cornamusa. Un nudo difícil de deshacer que a veces para quitarlo hay que cortar la cuerda. El monitor me dio una palmada en la espalda y me dijo: “muy bien, Brunete, así se hace.”
Los nudos más habituales en náutica.
El blog Escola Port señala que hay una gran variedad de nudos marineros. Cada uno de ellos se utiliza con una finalidad concreta. Estos son los más populares:
- As de guía. Este es uno de los nudos marineros más conocidos. Es ese en el que vemos una parte de la cuerda enrollada, con varias vueltas en mitad del ovillo, cerradas con fuerza con el extremo de la cuerda. Este nudo actúa como tope. Sirve para fijar las cuerdas y evitar que se deslicen más allá de donde a nosotros nos interesa. En náutica se emplea para una gran variedad de finalidades como, por ejemplo, amarrar la driza a una parte de la vela. La driza es la cuerda que extiende y recoge la vela.
- Nudo cornamusa. El nudo cornamusa es una especie de nudo en X que se utiliza principalmente para atracar el barco. Para que surta efecto, la cuerda debe rodear una superficie plana con una pata, en el centro, pegada a una superficie, como sucede en los muelles de los puertos.
- Nudo ballestrinque. Este nudo es parecido al de la cornamusa, pero se realiza sobre una barra o palo, que no está fijado a nada. Se utiliza para sujetar las defensas del barco. Todos los barcos tienen elementos amortiguadores que se llaman defensas y sirven para proteger el casco en el puerto frente a posibles golpes contra otros barcos atracados y para evitar que se roce con el muelle.
- Nudo plano. Este es un nudo que sirve para empalmar dos cuerdas distintas. Nos podemos hacer una idea de lo importante que son las cuerdas en navegación, y no solo en los barcos a vela. En ocasiones, la cuerda disponible no es suficientemente larga para realizar una acción. Debemos empalmarle otra cuerda. Ese empalme debe ser tan resistente como para hacer que las dos cuerdas no se desaten, con la independencia de la presión a las que estén sometidas.
Las cuerdas que se utilizan en náutica.
Si hemos visto lo importante que son los nudos en náutica, no lo son menos las cuerdas que se utilizan en los barcos. Los expertos de Cuerdas Valero, una empresa albaceteña especializada en fabricación de cordelería, con más de 20 años de experiencia, recalcan que lo más importante de las cuerdas náuticas está en la calidad de los materiales. Una materia prima que sea capaz de soportar el sol, la humedad del agua, la salinidad del mar y el roce continuo con abrazaderas y otros elementos fijos del barco.
Otro aspecto importante es el trenzado de las fibras. Una cuerda náutica está compuesta por entre 3 y 12 cordones formados por hilos que previamente han sido retorcidos entre sí, para aumentar su resistencia. Cuando los hilos están retorcidos con fuerza, la cuerda se muestra dura e inflexible, mientras que si la torcedura en más liviana, la cuerda será más blanda y fácil de torcer. Las características de rigidez de la cuerda vienen determinadas por su función en el barco. No es lo mismo un cabo de amarre, que debe ser maleable, que la driza para alzar las velas, que ha de ser más rígida.
Respecto a los materiales, la revista Yachting nos habla de tejidos sintéticos de tipo plástico. Adecuados para asegurar una buena resistencia al agua y la durabilidad de la cuerda. Estos son algunos de estos materiales que se utilizan en la fabricación de cuerdas para navegación:
- Cabos de poli-propeno (P.P.) El poli-propeno es un tipo de plástico que se caracteriza por su alta flotabilidad. Estas cuerdas se utilizan como línea de remolque y, también, como cabos de amarre. Son las cuerdas que se usan en los rescates, por ejemplo. Si tiramos un flotador salvavidas para rescatar un náufrago que está en el agua, la persona rescatada nos agradecerá que le tiremos una cuerda que no se hunda rápidamente.
- Cuerdas de nailon. Aunque el nailon es una fibra sintética, no es un material apto para la navegación. En contacto con el agua, el nailon absorbe mucha humedad y las fibras terminan deteriorándose. Tampoco soporta bien las radiaciones ultravioleta, que hacen que la cuerda se estríe. En los barcos, las cuerdas de nailon se utilizan para izar banderas.
- Cuerdas de polietileno (H.M.P.E.) Las cuerdas de polietileno tiene la capacidad de ser 8 veces más resistentes que un cable de acero, siendo 8 veces más ligeras. Este es un material que resiste bien el agua, la humedad, el sol y los productos químicos. Es una cuerda que flota, por lo que nos ayuda no perderla aunque caiga al agua. El único problema que tienen estas cuerdas es que pierden fuerza en el momento en el que se anudan. Las cuerdas de polietileno se utilizan sobre todo como drizas para alzar las velas, aunque su presencia es habitual en todo tipo de embarcaciones.
- Cuerdas de poliéster (P.E.S.) Estas cuerdas son fuertes a la vez que flexibles. El poliéster es resistente a los rayos UVA y a la abrasión. No flotan en el agua, pero mantienen su consistencia incluso mojada. En los barcos se utilizan como cabos de amarre y como drizas de escota.
Conocer los diferentes tipos de cuerdas que hay y saber hacer los nudos marineros es clave para cualquier tripulante, aunque lleve una embarcación a motor.