No nos cabe la menor duda a los asiduos de este blog acerca de cuál es la mejor profesión del mundo. Escribir es, más que un oficio, una manera de vivir y de experimentar nuevas situaciones en nuestra vida. Decía alguien que este trabajo es la mejor manera, para quien le gusta, de “vivir sin trabajar” y no es para nada algo que se encuentre alejado del pensamiento de los escritores españoles. Desde luego, si esta labor tiene el reconocimiento que tiene en España es porque a muchos y muchas de sus protagonistas les encanta lo que hacen.
Pero también puede llegar a ser una tarea muy complicada y muy estresante. Escribir presenta varias cuestiones que son enemigas de la propia construcción de la literatura. La primera de ellas tiene que ver con el tiempo. Y es que los plazos que se derivan de las editoriales son bastante molestos a la hora de trabajar. Nada peor que la presión. Por otra parte, otra de las grandes enemigas es la falta de silencio, que cada vez es más habitual y que hace necesaria una reflexión en torno al mundo de la escritura y la literatura.
Contra el tiempo está claro que no podemos luchar. Las editoriales mandan en el mundo editorial y si se quiere triunfar y publicar algo hay que adaptarse a los tiempos que éstas marcan. Pero sí que se puede conseguir algo en lo relativo al lugar en el que nos sentamos a escribir. Este factor es elemental a la hora de realizar un buen trabajo literario y por eso son cada día más los escritores españoles que están intentando realizar su trabajo en un entorno que es más óptimo para ello.
Un artículo muy interesante publicado en el portal web El Cultural se preguntaba si realmente una persona puede llegar a vivir de escribir, algo que sin lugar a dudas no está al alcance de muchos y que mucha gente trata, sin éxito, de conseguir. En primera instancia, porque hay que ser muy bueno o buena para conocer el éxito. Y en segundo lugar, porque hay que saber muy bien en qué lugar somos más productivos a la hora de enfrentarnos al relato de una de nuestras historias. Parece mentira, pero el lugar en el que escribamos una novela puede ser la diferencia entre el éxito o el fracaso de la misma.
Uno de los mayores peligros y males para los escritores es el ruido. Y cada día lo es en mayor medida dado que en las calles españolas se registran cada día más decibelios. Ni siquiera en su propia casa puede alguien llegar a encontrar la concentración ideal para tratar de relatar una historia. Este es el motivo por el cual, según nos han informado recientemente desde Grupo Navitec, cada vez son más los escritores y escritoras españoles los que deciden acometer una reforma en su casa a fin de conseguir ese espacio en el que el ruido y la distracción no tengan acceso.
El silencio, ese gran aliado para el escritor
Un artículo del diario El Mundo se preguntaba, incluso en el propio titular, para qué sirve el silencio. Para ilustrarlo, pone el ejemplo del escritor y filósofo noruego Erling Kagge, quien protagonizó un viaje a la Antártida en soledad durante 52 con el fin de encontrar el silencio necesario para escribir y publicar una de sus obras. La verdad es que es un método interesante el empleado por Kagge, si bien no es abordable por parte de muchos escritores. Hay muchas maneras de conseguir hallar el silencio y una obra en casa es una buena manera de hacerlo.
De Kagge nos tenemos que quedar con su ejemplo, con esa insistencia en la búsqueda del silencio que siempre nos va a dar buenos frutos a la hora de componer nuestra obra. Se trata de un factor elemental y que juega un papel muy importante a la hora de garantizar la fluidez, la coherencia y la vistosidad de una composición literaria, ya sea una novela, un poema o cualquier otra forma. Y es que un escritor jamás podrá llegar a arrepentirse de haber apostado por algo que a su juicio le haga hacer su trabajo de una manera mejor y más cómoda.
Mucha gente dedicada a la literatura consigue, con un simple cambio, garantizar una mayor tranquilidad en su casa y de este modo disponer de un ambiente inmejorable de cara a la escritura. Casualidades o no, la estadística ha puesto de manifiesto que quien escribe tranquilo y con mayores dosis de ruido consigue mejores resultados. Calidad y pluma las hay a raudales en este país. Inteligencia para hallar nuestro espacio ideal para escribir, también. Hacer valer estas cuestiones nos convertirá en escritores más que decentes.