Gracias de nuevo, mil gracias

Primer intento

Piensas que las posibilidades son mínimas pero aun así sabes que hay personas a las que les pasa así que piensas que igual, con un poco de suerte, tú eres una de ellas. Pero falla, no cuaja, no sale bien, y te consuelas pensando que lo sabías, que era muy difícil que a la primera aquello saliese bien, así que te armas de valor y vas a por la segunda.

Segundo intento

Las probabilidades aumentan pero como siguen siendo escasas intentas hacerte a la idea de que la respuesta volverá a ser negativa. ¿Tienes esperanza? Sí, una pequeñita, pero tu instinto no falla y vuelve a fallar todo así que vas a por la tercera.

Tercer intento

Esta vez sí que tiene que salir. ¿No dicen eso de que a la tercera va a la vencida? Pues eso, que ya van tres y tienes todo a tu favor así que estás casi segura de que todo saldrá bien pero… falla de nuevo. ¿No se supone que esta era la definitiva?

Cuarto intento

Ahora ya no hay duda ninguna. Te dicen que tienes tres posibilidades, más que nunca hasta ahora, y encima es el cuarto intento lo que multiplica las probabilidades notablemente así que no puede fallar de nuevo ¿o sí?

¿Y ahora qué?

Tras fallar cuatro veces en el intento de quedarte embarazada mediante inseminación artificial tu mundo se viene un poco abajo. Supuestamente no tienes problemas para quedarte embarazada y supuestamente todo lo tienes a tu favor pero la realidad es que ya van cuatro intentos y aunque los médicos quieren intentarlo una vez más tú ya prefieres pasar directamente a la fecundación in vitro porque no sabes si serás capaz de aguantar en pie una nueva estocada. Y entonces empiezas a pensar que, tal vez, la FIV tampoco funcione. Supuestamente las probabilidades de conseguirlo son muchas pero también lo eran en el cuarto intento y estás exactamente igual que al principio, sólo que con menos ilusión, menos ganas y menos dinero en los bolsillos. La esperanza cada vez es un poco más pequeña y casi estás a punto de tirar la toalla.

¿Será culpa mía? Tal vez, visto desde fuera, la respuesta inmediata a esa pregunta sea que no, que nunca puede ser culpa de nadie porque nadie tiene el poder o la capacidad para cambiar la respuesta de su propio cuerpo pero cuando todo se vive en primera persona es inevitable llegar a pensar así en algún momento, aunque tu raciocinio te diga que estás loca. Y hay cientos, miles de mujeres en la misma situación que tú, y lo sabes, pero en ese momento la que te da pena eres tú misma, y tu pareja.

Puede que, en teoría, no tengas ningún problema para concebir, puede que los médicos no encuentren nada que obstaculice un embarazo pero la realidad es que tu cuerpo no reacciona positivamente a esa posibilidad así que piensas… ¿y si me hago una FIV de donante?

La ovodonación está esparciendo pequeños milagros por toda España gracias a centros especializados como IVIdona y a todas esas mujeres que, libremente y por convicción, donan sus óvulos para que otras mujeres puedan ser madres. Gracias, gracias a todas ellas.

No sabéis lo duro que es ver cómo a tu alrededor familiares y amigos, todos en tu misma franja de edad, tienen bebés y forman familias maravillosas, dignas de postal navideña, mientras tú lo intentas una y otra vez y no lo consigues, y lo más cerca que estás de una tarta de pañales es cuando eres tú quien la encarga en Detalles Cucos o en cualquier otra tienda especializada.

Al final decides que es lo más lógico, que si tras cuatro intentos, sin problemas aparentes, la inseminación falla, es porque tus óvulos o tu cuerpo tiene algún problema, aunque los  médicos no lo encuentren, y por eso te lanzas a la aventura de intentar ser madre gracias a la generosidad y el altruismo de otra mujer. Gracias de nuevo, mil gracias.

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