Volver al pueblo

Quien no tiene pueblo no sabe lo que se pierde. Quien tiene pueblo, tiene un tesoro. Cada vez estoy más convencido de ello. Tengo 35 años, casi 36, y  cada vez que pienso en mis veranos en mi pueblo, Matapozuelos, me siento un privilegiado. Siempre recuerdo que cuando era un niño íbamos con mis padres a casa de mis abuelos. Semana Santa, Navidad y sobre todo verano, son las fechas que tenía marcadas en mi agenda para viajar al pueblo.

Son muchos los recuerdos que me vienen a la cabeza. En verano, por ejemplo, estar allí al día siguiente de que me dieran las notas. Por la mañana me levantaba tarde, desayunaba y me iba a jugar con los amigos al fútbol. Llegaba la hora de la comida donde mi abuela, que por cierto cocinaba muy bien. Por la tarde íbamos a la piscina y después de cenar, volvíamos a salir para ir a los bancos de la plaza Mayor. Por supuesto, en julio, la tercera semana, disfrutábamos de las fiestas patronales de la Magdalena.

Me vienen siempre a la mente los bocadillos de chorizo frito que hacía mi abuela. Lo cogía y me iba a la calle con él. Ahora eso ya no se ve. Al contrario, los niños cenan en casa junto a su móvil, primer, segundo y postre.

En Semana Santa era tradición comer potaje. Nos juntábamos en casa toda la familia, como solía ocurrir en Navidad. La verdad es que al final son esos los recuerdos que se te quedan. Ahora que es tan complicado reunirnos toda la familia, recuerdo con mucha nostalgia aquellos tiempos. Ahora con fallecimientos, con marchas a otras ciudades por cuestiones laborales o incluso por peleas por herencias, es muy complicado juntarnos todos.

Lazos de amistad

Me da mucha pena comprobar ahora cómo los niños no acuden a los pueblos porque se aburren. Una de las razones es que allí no tienen ordenador, o cobertura para poder estar todo el día conectado con su Smartphone o Tablet. Me da mucha pena. Ellos tendrían que salir a divertirse, jugar en la era, disputar un partido contra el pueblo de al lado. En esa época hicimos unos lazos de amistad que aún continúan. Además gracias a las redes sociales, sobre todo el Facebook, hemos logrado reunirnos de nuevo. Estamos planeando una cena de reencuentro de la que seguro que os contaré cómo fue todo.

Ahora en mi mente, a punto de cumplir los 36 años, mi intención es la de irme a vivir al pueblo para siempre. Entiendo que mis hijos quizás no quieran irse, pero voy a intentar poner todo de mi parte. Vivo en una finca y tengo bastante terreno, pues lo primero que voy a hacer es llamar a Piscinas DTP para que construyan una. Me imagino hacer allí fiestas con mis amigos, barbacoas y pasar las noches de verano y me fascina. Espero que mi sueño se cumpla y pronto estemos toda la familia disfrutando del chalé.

Como puedes ver soy un enamorado de los pueblos. Por eso, si tienes uno, valóralo, y si no tienes, porque no intentas comprar una casa en cualquier municipio. Siempre leo que la despoblación está provocando que las casas rurales bajen sus precios, por lo que se podría intentar. Ojalá todos pudiéramos disfrutar de un pueblo.

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