Hubo una época, no mucho tiempo atrás en que me guiaba estrictamente por los decálogos de las llamémosles
gurus de la alimentación. Esa proclamación tan de moda de ese estilo de vida
wellness, una garantía de vida saludable, en equilibrio y armonía. Alguna de mis mejores amigas, me comentó que estaba siendo inflexible y muy radical, pero entonces lo entendí como que ella estaba equivocada y perdida en el mundo de la “mala” alimentación, mientras que yo sabía que era necesario cierto sacrificio por el bien de mi salud. Así, no era consciente de como en esta cultura de la dieta no se nos presenta una tercera opción, solo hay blanco o negro, bueno o malo, dieta o descontrol. Todo cambió un día, llamémosle el día del
Smöoy porque fue a raíz de estos deliciosos yogures con chocolate y nata, que surgió la conversación que me haría ver las cosas de otra manera.
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