Quien no tiene pueblo no sabe lo que se pierde. Quien tiene pueblo, tiene un tesoro. Cada vez estoy más convencido de ello. Tengo 35 años, casi 36, y cada vez que pienso en mis veranos en mi pueblo, Matapozuelos, me siento un privilegiado. Siempre recuerdo que cuando era un niño íbamos con mis padres a casa de mis abuelos. Semana Santa, Navidad y sobre todo verano, son las fechas que tenía marcadas en mi agenda para viajar al pueblo.
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